regalaría
domingos.
Domingos
sin lunes
con
mañanas de sol
y
lunas llenas.
De
tu mano a mi mano
ni
un segundo,
de
tu boca a mi labio
ni
eso.
Si
de mí dependiera
te
haría un navío
con
la jarcia bien firme
que
hondease tu nombre.
Y
si de mí dependiera
sería
agua procelosa,
para
ir besando tu casco
por
el inmenso piélago.
Nená de la Torriente