jueves, 5 de septiembre de 2013

A veces sólo a veces, 
la voz llega después que los ojos 
y yo es que los cierro a propósito, 
por no ver más allá de las palabras 
pero en algunas ocasiones me equivoco. 




Es fácil atender a lo que escuchas 
y ceñirte sin más aires ni ciclones
Entender lo que oyes, 
dejando las interpretaciones para 
los otros. 

Sí,  reconozco en mí que el ojo me vence, 
por eso cierro a voluntad esos dos ventanos, 
para que no vayan siempre por delante 
y se dediquen a dibujar rutas irreales 
y mapas,  y tesoros,  y lunas,  y emociones. 

Y de tanto negar su lenguaje 
suelo llevarme las manos al rostro, 
por si han decidido abandonarme 
o siguen ahí arriba no sólo devorando las
imágenes. 




Nená de la Torriente