lunes, 30 de septiembre de 2013

Me dijeron que la verdad es lo que debía buscar 
¿seguro que era eso? 
Me dijeron que anduviera detrás de la justicia 
¿era ese mi camino? 
Me enseñaron a ser libre más allá 
de mis propias palabras, mucho más lejos 
de mis propios actos. 
¿Qué se suponía que tenía que alcanzar con todo eso? 
Supuse que mi obligación era ser feliz 
¿Qué otra cosa era más importante? 
Entendí que querer a los demás,  aceptarles en su diferencia 
era indispensable para ser feliz conmigo. 
Amar con todas sus aristas y todos sus valles. 
Pero ni lo primero,  ni lo segundo era sencillo. 
Hice un poder,  dos poderes,  hasta que me sentí vieja 
y retomé la idea de la verdad: 
Demasiadas verdades en un vaso de tinto. 
La justicia: 
Tantos siglos de corrupción habían creado costra. 
La libertad: 
Se había convertido en un eslogan, 
y el amor ahora parecía caridad o 
o en su defecto sólo sexo. 
Estuve dos días aturdida,  quizá fueron más, 
hasta recuperar el instinto. 
Borré lo aprendido y me senté a pensar. 

Después todo amaneció con una inmensa luz
y una idea sencilla. 
Detente si puedes y piensa. 


-La vida no es el galimatías 
esperpéntico en que la hemos convertido- 






Nená de la Torriente