¿seguro
que era eso?
Me
dijeron que anduviera detrás de la justicia
¿era
ese mi camino?
Me
enseñaron a ser libre más allá
de
mis propias palabras, mucho más lejos
de mis propios actos.
¿Qué
se suponía que tenía que alcanzar con todo eso?
Supuse
que mi obligación era ser feliz
¿Qué
otra cosa era más importante?
Entendí
que querer a los demás, aceptarles en su
diferencia
era
indispensable para ser feliz conmigo.
Amar
con todas sus aristas y todos sus valles.
Pero
ni lo primero, ni lo segundo era sencillo.
Hice
un poder, dos poderes, hasta que me sentí vieja
y
retomé la idea de la verdad:
Demasiadas
verdades en un vaso de tinto.
La
justicia:
Tantos
siglos de corrupción habían creado costra.
La
libertad:
Se
había convertido en un eslogan,
y
el amor ahora parecía caridad o
o
en su defecto sólo sexo.
Estuve
dos días aturdida, quizá fueron más,
hasta
recuperar el instinto.
Borré
lo aprendido y me senté a pensar.
Después
todo amaneció con una inmensa luz
y una idea sencilla.
Detente
si puedes y piensa.
-La vida no es el galimatías
esperpéntico
en que la hemos convertido-
Nená de la Torriente