martes, 24 de septiembre de 2013


Sólo quería una extensión de tierra 
donde poder alargar mis brazos en cruz 
y dejar que las palabras más mías, 
escapasen como latigazos eléctricos 
desde las puntas de mis dedos; 
despojarme del anárquico desorden 
que ocupa el recóndito hogar de mi 
pandemónium. 
Si al hacerlo,  rozaba la punta de otros dedos 
y uníamos escalofrios,  no estaríamos 
tan solos,  y una pequeña tormenta 
nos cubriría; 
porque porto agua, 
soy de agua, 
como tantos animales del planeta. 



El amor es humedad en nuestro mundo. 






Nená de la Torriente