Suele
tanta tontería junta, atiborrarnos tanto
que
nos deja sordos temporalmente,
ciegos
temporalmente,
inútiles
para esta vida que parece moderna.
Los
juicios de valor político, por ejemplo.
Hay
que decir que unos siempre son los malos
porque
pareces un estrecho de miras.
Si
hablas sobre la ecología y el medio ambiente,
siempre
el cambio climático, nunca plantear
otro
tipo de fórmula estudiando los siglos,
y
ni se te ocurra comentarlo,
porque
te conviertes en un estrecho de miras.
Yo
no caliento los bancos de ninguna iglesia,
pero
debo meterme con el clero, porque si no lo hago
soy
una estrecha de miras.
Y
como esto cientos y cientos de clichés baratos
que
una generación de rompedores van escribiendo
como
algo libertario, que se ha convertido en radicalidad.
Y
lo cierto es que empieza a ‘jartarme tanta tarta’ de 'libertad impuesta'
por los que sólo pueden pronunciar esa palabra
-con una cierta propiedad-,
porque
según ellos, son a los únicos a los que se les había robado.
Y
es que tanta tontería junta llega a
tocarme los pies.
Nená de la Torriente