domingo, 29 de septiembre de 2013

-Hipejo dominguero-




Suele tanta tontería junta,  atiborrarnos tanto 
que nos deja sordos temporalmente, 
ciegos temporalmente, 
inútiles para esta vida que parece moderna. 
Los juicios de valor político,  por ejemplo. 
Hay que decir que unos siempre son los malos 
porque pareces un estrecho de miras. 
Si hablas sobre la ecología y el medio ambiente, 
siempre el cambio climático,  nunca plantear 
otro tipo de fórmula estudiando los siglos, 
y ni se te ocurra comentarlo, 
porque te conviertes en un estrecho de miras. 
Yo no caliento los bancos de ninguna iglesia, 
pero debo meterme con el clero,  porque si no lo hago 
soy una estrecha de miras. 
Y como esto cientos y cientos de clichés baratos 
que una generación de rompedores van escribiendo 
como algo libertario,  que se ha convertido en radicalidad. 
Y lo cierto es que empieza a ‘jartarme tanta tarta’ de 'libertad impuesta'
 por los que sólo pueden pronunciar esa palabra
-con una cierta propiedad-, 
porque según ellos,  son a los únicos a los que se les había robado. 
Y es que tanta tontería junta llega a tocarme los pies. 





Nená de la Torriente