martes, 3 de septiembre de 2013


-LOCURAS-


¡Pues no me habla la luna 
a las doce y cuarto,  en un Madrid soleado 
de esquina a esquina perfumado en siglos 
de pisadas errantes! 
Yo no traduzco lenguas le digo,  ando dormida 
a todas horas,  como un poste que coloca el alcalde 
para que nadie aparque. 
Es inútil,  parlotea,  y en su frenesí romántico 
me dice que si ella,  que si él,  que si esperan, 
e irremediablemente me hace llorar y ni siquiera 
sé porqué estoy llorando. 
Yo sólo sé de la tibieza de un sol a media hoja 
de un árbol. 
Por favor,  sólo quiero estar así un rato.



Nená de la Torriente