Nadie
sabe cómo huele el final del verano
en
tus manos, como hojas de eucalipto
que
han ardido dibujando figuras concupiscentes
sobre
un aire limpio.
Nadie
sabe cómo tiembla el principio del otoño
en
tus labios, como torrentes llenos
que
han llorado sus cartas de amor extraviadas
de
tantos caminos.
Nadie
sabe cómo suena el presente de hoy
en
tu paso, como el destello en el suelo
de
la huella de la estrella puérpera,
a otra luz mucho más viva.
Nená de la Torriente