Nadie
conoce mi secreto,
la
sombra que me acompaña.
El
tiempo que tarda la lágrima
en
dibujar su recorrido.
La
alegría es contagiosa, gozosa,
envidiable, con ella se arrima el herrero
y
el que apila la seca.
La
pena es la peste y la espalda de todos,
donde
se desconecta la humanidad
y se pone en modo off.
Pronto
se aprende que esto sucede
y
así de pronto uno aprende a silenciar
sus
cosas,
pero
no siempre por los mismos motivos:
Unos
por no dar mal a otros,
otros
porque saben que no serán integrados,
y muchos porque se enojarán
al
ser desatendidos o censurados.
Nená de la Torriente