viernes, 27 de septiembre de 2013

Nadie conoce mi secreto, 
la sombra que me acompaña. 
El tiempo que tarda la lágrima 
en dibujar su recorrido. 
La alegría es contagiosa, gozosa, 
envidiable,  con ella se arrima el herrero 
y el que apila la seca. 
La pena es la peste y la espalda de todos, 
donde se desconecta la humanidad 
y se pone en modo off. 
Pronto se aprende que esto sucede 
y así de pronto uno aprende a silenciar 
sus cosas, 
pero no siempre por los mismos motivos: 

Unos por no dar mal a otros, 
otros porque saben que no serán integrados, 
y muchos porque se enojarán 
al ser desatendidos o censurados. 






Nená de la Torriente