-Gente mala-
No
reniegan nunca los diablos
de
su condición de diablos,
que
antes de cruzar la puerta
ya
se agitan los aires.
Son
sin estar llegando la enfermiza
manera
de corromper las estancias.
La
duda creada sobre todo lo limpio.
La
envidia por carencia, el celo,
la
mala sangre, la mujer que rivaliza
con
toda mujer que pueda tener una
voz
más tierna.
El
hombre que teme a la mujer más
sabia.
Los
contrarios que se dan cuenta
que
podrían devorarse,
de
esa manera como se llena un escenario
con
un sólo chasquido de pulgares.
Al
final de los días sólo quedan vacías ramas,
oquedades
de miserias, de ridículas vainas.
El
diablo no vive, sólo desaira y desafía,
para
finar sus días en cualquier madriguera.
Nená de la Torriente