viernes, 13 de septiembre de 2013

-Gente mala-



No reniegan nunca los diablos 
de su condición de diablos, 
que antes de cruzar la puerta 
ya se agitan los aires. 
Son sin estar llegando la enfermiza 
manera de corromper las estancias. 
La duda creada sobre todo lo limpio. 
La envidia por carencia,  el celo, 
la mala sangre,  la mujer que rivaliza 
con toda mujer que pueda tener una 
voz más tierna. 
El hombre que teme a la mujer más 
sabia. 
Los contrarios que se dan cuenta 
que podrían devorarse, 
de esa manera como se llena un escenario 
con un sólo chasquido de pulgares. 
Al final de los días sólo quedan vacías ramas, 
oquedades de miserias,  de ridículas vainas. 
El diablo no vive,  sólo desaira y desafía, 
para finar sus días en cualquier madriguera. 





Nená de la Torriente