Y
llegó el señor alto,
el
tibio, el que sólo se le ve en
los
periódicos
-pronto lo sacarán en cromos-,
y
les pidió a sus varones
que
no discutieran públicamente.
-Que
no se note que esto es una democracia-
Y
como siempre y desde siempre
la
información se la quedó
o
la improvisaba,
porque
nunca hay jornadas
de
puertas abiertas,
todo
se logra con hechos consumados
-como en una dictadura-
Porque
aquí nadie se entera de nada,
qué nos dan, qué no nos dan.
Qué
pasa con nuestros impuestos,
quién
se los queda, cómo los invierten.
¿Y
la princesa? ¿Se quedará al margen?
El
rey cede su barco -un regalo-,
ya
no está para esas trampillas de subida.
¿Con
ese dinero qué agujero se cubre?
¿No
tenemos más ‘regalos’ qué ceder?
Aquí
no hay quién se aclare
o
que se lo pregunten a Montoro,
que
tarde o temprano será otro cromo,
pero
con pilas.
Y
aquí ya no vale eso de ‘apaga y vámonos’,
sino, ‘enciende y que se vayan ellos’.
Nená de la Torriente