No
sé que imprecisa voz
de
mi alma me avisa
de
que el alma no tiene voz,
ni
que imprecisos ojos
de
ese mismo alma,
me
hacen entender que
no
tiene ojos.
Pero
ella habla y ve
y
siente, porque yo así
lo
intuyo y me obstino
erradamente
en darle el
aspecto
de un cuerpo.
Tan
limitada soy
que
carezco de piezas
y
apelativos para buscarle
un
cubil apropiado,
una
descripción de esta
porción
de eternidad
que
va conmigo,
y
que nada tiene que ver
con
el juicio.
Nená de la Torriente