
Un
día cualquiera
es
no poder mirar tus ojos
ni
ver cómo extiendes los brazos
para
abrazarme.
Un
día cualquiera
es
no poder acariciarte el pelo
ni
apoyar mi cara en tu hombro,
como
todos esos días anodinos
que
sé que estás y no te veo
y
me derrocho imaginándote,
y
un te quiero es insignificante,
una
semilla de lino en un plato
de
galletas de hojaldre.
Un
día cualquiera es un día sin ti.
Nená de la Torriente