Construye
tu cueva
al
lado de mi cueva
y
podremos jugar a descifrar
los
sonidos de la noche.
Cada
uno guardará su silueta,
algunas
ilusorias, no como
nuestras
propias sombras.
Construye
tu cueva
al
lado de mi cueva
y
saldremos con los pies desnudos
a
que nuestros dedos buceen.
Nos
saludará cada pequeña
margarita, cada diminuto poleo
-que
la imaginación coloque en la
acera- y hasta el gran sol se dará cuenta
de
nuestra presencia.
Nená de la Torriente