jueves, 9 de mayo de 2013


Y dijo: 
Yo no quiero un refugio 
quiero convertirme en el tuyo, 
hasta que tiritó de frío. 
Las manos cuando extienden 
sus dedos delicadamente 
parecen alas de águila errante, 
pero son manos. 



La cintura se cimbrea,  se alabea,  
se ondea con infinito conocimiento, 
pareciendo la culebra más atenta a su flauta, 
pero es una cintura. 
La boca con todas sus ventajas 
no sólo atrapa y devora sino que 
convence y da razones con palabras, 
pero es sólo una boca. 
Este barro que creemos cerámica 
es sólo barro, 
porque para cocerlo hacen falta dos, 
o se deshace entre las manos. 



Nená de la Torriente