domingo, 5 de mayo de 2013


Las olas llevan nombres 
de mujer,  como los remos 
reclamos de hombre, 
y unas y otros suelen luchar 
con cambiados sentidos, 
imponiendo su naturaleza, 
su independencia, 
su poderío. 



A veces el mar para a sus olas 
y el remo navega complacido, 
sereno,  estable 
y la lid es concordia. 
Otras,  el remo cede a la bravura 
del oleaje y se deja llevar dormido 
acunado por su fiereza. 
Pero cuando la mar es brava 
cada uno pugna por su dominio 
y ambos hienden su sin piedad 
como quien trincha con aguzados 
colmillos. 



Nená de la Torriente