Un
banco al fondo de mí
y
allí las pequeñas cosas.
¿Qué
prenda te hace diferente,
te
cubre las vísceras como
un secreto?
No
quiero imaginar lo que has llorado,
violetas
africanas derramadas
por
tu rostro,
el
color de las venas
que
hoy se traslucen en tu piel.
El
dolor no se amansa, se vierte
como
el vino hasta que nos duerme
con
ese sabor pastoso
de un mal caldo.
Tampoco
quiero verte sola,
abandonar
una rosa en un campo
de
enormes ortigas,
¿cómo
voy a llegar hasta ti, María?
Si
dejase de respirar* tanto tiempo
sabes
que dejaría de vivir.
*Si se aguanta la respiración, se puede tocar una ortiga
sin que produzca
picor.