Teatralmente
dispuesto
el
encogido muchacho,
como
un ave rugía y agitaba
los
brazos.
Pensaba
que un molde se rompe
creando
al monstruo,
pero
las partes dispares crean
otra
horma con reglas propias,
no
exentas de desgarro.
‘¡Más,
más, más!’
Le
gritaba su público,
y
fue entonces cuando todos
enmudecieron.
El
encogido muchacho comenzó
a
llorar,
con
un llanto tan afligido
que
era imposible no sentir
su
profundo dolor.
Nená de la Torriente