miércoles, 15 de mayo de 2013


Teatralmente dispuesto 
el encogido muchacho, 
como un ave rugía y agitaba 
los brazos. 
Pensaba que un molde se rompe 
creando al monstruo, 
pero las partes dispares crean 
otra horma con reglas propias, 
no exentas de desgarro. 

‘¡Más, más, más!’
Le gritaba su público, 
y fue entonces cuando todos 
enmudecieron. 
El encogido muchacho comenzó 
a llorar, 
con un llanto tan afligido 
que era imposible no sentir 
su profundo dolor. 




Nená de la Torriente