jueves, 23 de mayo de 2013

No sé de ese lugar que me dices, 
de la tela sutil que cubre tu pecho, 
de todas esas cosas maravillosas 
que a mis ojos son desconocidas, 
de un rojo intenso. 
No sé si se llega en barco,  a pie, 
o haciendo uso del sueño. 
No sé siquiera si existe toda esa 
locura hecha verso, 
pero por media pisada de ese terreno 
qué no daría, 
si abro los ojos y acampa la estafa 
y la tómbola de líderes 
y carne con forma de marioneta. 
Conozco otro lugar de verde impetuoso 
pero no es ensueño como el tuyo. 
Es hierba crecida y monte alto 
donde el hombre,  de cabaña a cabaña, 
aún se llama con aullidos. 
Se siente la tierra y te intimida 
por su inmensa grandeza y lo que 
ignoramos. 
Allí esta rifa de partidos y el hundimiento 
del “Titanic” son cosas de otro mundo, 
y los versos no se hacen,  
nacen con cada gota de rocío sobre el prado.





Nená de la Torriente