viernes, 24 de mayo de 2013

-HIPO DE VIERNES 24-


Como un ratolí un viernes aún oscuro, 
busco una rueda donde colarme, 
y girar hacia ninguna parte 
hasta parar y sentirme ratón que ha cumplido. 
Tal vez unas pipas,  maíz,  y un poco de 
manzana. 
Y se me ocurre pensar en la independencia 
catalana,  y me recuerda a esa rueda que gira 
y gira,  y lleva años girando. 

Y según avanza este viernes,  el ratolí, 
la rueda,  la independencia catalana, 
viene a mi mente mi delicioso hijo. 
Él también habla a menudo de la independencia 
porque es mayor de edad. 
Encuentro lógica la independencia,  es un 'despegue', 
algo necesario y vital para crecer,  arrancar en la 
en la vida. 

Pero ya dentro de la rueda hacia alguna parte 
me siento un ratolí que reflexiona: 

Cataluña es libre,  y mi hijo también,  ambos pueden 
administrar sus cosas como consideren, 
hacer y deshacer. 
A mi hijo le doy amparo,  sin esa ayuda no podría 
hacer o deshacer,  ir o venir,  vivir libremente. 
No necesitar ese amparo, 
es en lo que consiste la independencia total. 
Si hace algo mal,  le llamo la atención,  está bajo mi cuidado 
y si supiese que ha malversado o delinque 
yo misma le denunciaría 
-porque amo con locura a mi hijo- 

 A Cataluña le pasa lo mismo, 
 ¿quién sostiene los sueldos de sus políticos? 
Cataluña no tiene su propia autonomía económica, 
necesita de mamá -España- para que pague sus deudas y sus necesidades. 
Y en eso consiste la independencia total,
en no necesitar a mamá. 
Tiene una corrupción encubierta de escándalo, 
y mamá España 
no le ha reprendido con dureza, 
a pesar de estar en todas las cocinas.

Hablar de otra cosa es hablar
como un chico de diecinueve años, 
soñador y libre, 
al que su madre -este ratolí- le encantará verle un día 
convertido en un precioso e inteligente muchacho independiente, 
cruzando el mundo,  y si lo desea,  bordando su propia  bandera. 




Nená de la Torriente