-HIPO
DE VIERNES 24-
Como
un ratolí un viernes aún oscuro,
busco
una rueda donde colarme,
y
girar hacia ninguna parte
hasta
parar y sentirme ratón que ha cumplido.
Tal
vez unas pipas, maíz, y un poco de
manzana.
Y
se me ocurre pensar en la independencia
catalana, y me recuerda a esa rueda que gira
y
gira, y lleva años girando.
Y
según avanza este viernes, el ratolí,
la
rueda, la independencia catalana,
viene
a mi mente mi delicioso hijo.
Él
también habla a menudo de la independencia
porque
es mayor de edad.
Encuentro
lógica la independencia, es un 'despegue',
algo
necesario y vital para crecer, arrancar en la
en
la vida.
Pero
ya dentro de la rueda hacia alguna parte
me
siento un ratolí que reflexiona:
Cataluña
es libre, y mi hijo también, ambos pueden
administrar
sus cosas como consideren,
hacer y deshacer.
A
mi hijo le doy amparo, sin esa ayuda no podría
hacer
o deshacer, ir o venir, vivir libremente.
No
necesitar ese amparo,
es
en lo que consiste la independencia total.
Si
hace algo mal, le llamo la atención, está bajo mi cuidado
y
si supiese que ha malversado o delinque
yo
misma le denunciaría
-porque
amo con locura a mi hijo-
A Cataluña le pasa lo mismo,
¿quién sostiene
los sueldos de sus
políticos?
Cataluña no tiene su propia autonomía económica,
necesita
de mamá -España- para que pague sus deudas y sus necesidades.
Y
en eso consiste la independencia total,
en no necesitar a mamá.
Tiene
una corrupción encubierta de escándalo,
y mamá España
no
le ha reprendido con dureza,
a pesar de estar en todas las cocinas.
Hablar
de otra cosa es hablar
como un chico de diecinueve años,
soñador
y libre,
al
que su madre -este ratolí- le encantará verle un día
convertido
en un precioso e inteligente muchacho independiente,
cruzando
el mundo, y si lo desea, bordando su propia bandera.
Nená de la Torriente