viernes, 3 de mayo de 2013



No cuentan las palabras vacías 
apelmazadas,  atropelladas, que 
retozonas se cuelan en los ojos 
para atropellarnos el juicio. 
No cuentan las caricias cóncavas 
con más aire que roce,  que llegan 
para irse y su lagrimear nunca es 
lluvia. 





No cuentan los besos sin boca, 
donde el labio no se toca,  ni se toca 
la epidermis,  ni alcanza la lengua 
el diálogo bienaventurado que estremece 
la columna. 
No cuentan los pensamientos de derrota 
y de distancia imposible, 
ni esa objetividad clarividente que lo 
desbarata todo,  las palabras absurdo, 
irrealizable,  utópico,  improbable, 
increíble y difícil. 




Nená de la Torriente