No
se puede luchar con cada lágrima,
es
como jugar a las canicas sin un Gua.
Absurdos
somos pero necesitamos respiros,
y
dentro de los respiros el hueco inmenso
de
la nada.
La
exigencia constante de otro nunca se acaba,
no
puedes seguir dando.
No
tienes nada y en la nada te paras
porque
la reconoces como un lugar propio,
amable, sufrido, callado, sin preguntas,
sin
ninguna cosa donde posar los ojos.
La
quietud que no te arrastra, que no te voltea,
que
no te pide, que no necesitas, que nunca anhelas
y
que jamás te duele.
El
respiro sin el hueco inmenso no es respiro,
es
sólo una parada de metro, o de tren
o
de bus,
algo que sólo te ofrece una brevísima pausa.
algo que sólo te ofrece una brevísima pausa.
Nená de la Torriente