sábado, 4 de mayo de 2013


No se puede luchar con cada  lágrima, 
es como jugar a las canicas sin un Gua. 
Absurdos somos pero necesitamos respiros, 
y dentro de los respiros el hueco inmenso 
de la nada. 
La exigencia constante de otro nunca se acaba, 
no puedes seguir dando. 
No tienes nada y en la nada te paras 
porque la reconoces como un lugar propio, 
amable,  sufrido,  callado,  sin preguntas, 
sin ninguna cosa donde posar los ojos. 
La quietud que no te arrastra,  que no te voltea, 
que no te pide,  que no necesitas,  que nunca anhelas 
y que jamás te duele. 
El respiro sin el hueco inmenso no es respiro, 
es sólo una parada de metro,  o de tren 
o de bus, 
algo que sólo te ofrece una brevísima pausa. 




Nená de la Torriente