Tú
ves en la debilidad una verdad
vergonzante,
le
hablas con la espalda,
y
las palabras que le profieres
suenan
siempre como ecos huidizos.
Yo
sólo veo ventanas abiertas,
posibles
codos para hacer giros,
flexibilidad, cambios
y
humanidad necesaria para variar
el
rumbo de las cosas.
En
el fondo esa espalda como labio
que
le ofreces al débil,
no
es más que lo mismo,
flaqueza
y desasosiego
porque
las corrientes de aire no van contigo,
eres
demasiado vulnerable
como
todo lo rígido.
Tú
sabes bien que si te caes
puedes
quebrarte.
Nená de la Torriente