martes, 28 de mayo de 2013



Colecciono sombras, 
sombras habladoras, 
pequeñas pecas que se 
mueven a su antojo, 
me quieren y me abandonan. 






Me gustan las sombras, 
imaginar su cabida,  su barro, 
la extensión hacia mí con los brazos, 
la medida sobre mi cuerpo 
y el ¡plof! sonoro al fugarse.


Al anochecer quisiera ser esa 
sombra tumbada debajo de su 
propia negrura, 
e ignorar la luz de todas 

las farolas. 





Nená de la Torriente