miércoles, 22 de mayo de 2013


Cuando abres una puerta 
otro se ve atrapado,  a veces. 
Cuando la cierras,  dejas la ruta 
barrida a alguien,  o cierras la 
posibilidad de ilusionarse para alguno. 
Estamos entrelazados, 
aunque algún ‘tú’ 
vaya de Tarzán ibérico 
con claras manifestación
de estado único. 





“Sólo tengo tres amigos, 
sólo me ha querido mi madre, 
yo voy de solateras” 
-lo que tú digas,  y dirás bien- 
Pero estamos entrelazados,
y tú lo ignoras, 
y por eso nunca estarás ni estaremos 
solos, 
porque esas puertas,  amigo mío, 
son puertas del mismo domicilio 
que es esta gran casa. 
Yo te oigo respirar; 
si quieres, 
intenta escucharme tú. 




Nená de la Torriente