Cuando
abres una puerta
otro
se ve atrapado, a veces.
Cuando
la cierras, dejas la ruta
barrida a alguien, o cierras la
posibilidad
de ilusionarse para alguno.
Estamos
entrelazados,
aunque
algún ‘tú’
vaya
de Tarzán ibérico
con
claras manifestación
de estado único.
“Sólo tengo tres amigos,
sólo me ha querido mi madre,
yo voy de solateras”
-lo
que tú digas, y dirás bien-
Pero
estamos entrelazados,
y tú lo ignoras,
y
por eso nunca estarás ni estaremos
solos,
porque
esas puertas, amigo mío,
son
puertas del mismo domicilio
que
es esta gran casa.
Yo
te oigo respirar;
si
quieres,
intenta
escucharme tú.
Nená de la Torriente