Hace
mucho que tiemblan los sauces
y
el río vibra formando ondas,
y
mis manos ya no son firmes.
Hace
mucho que el labio sabe llamarse
labio
y no se llama boca,
y
tirita y conoce y anhela.
Si
yo pudiera sería todas las cosas,
las
grandes y las pequeñas.
No
tengo miedo.
Mi
identidad en sí misma no me importa,
quiero
hacer, coger, tomar, burlar, reír,
saltar, volar, deshacerme en el aire
como
una pompa irisada.
Amo
a los niños, a todos los niños
del
mundo, a todas las crías de todas
las
bestias, que en su inocencia me recuerdan
lo
que vamos perdiendo,
y
no desisto, y me aferro, y me pongo botas
de
astronauta,
porque
quiero salir de este mundo
sintiendo
como ellos,
generosamente.
Nená de la Torriente