Mi
abuela me decía:
'Las
mujeres inteligentes no hablan
ni
de política ni de religión'.
-Pobre
Yeyá, y encima
hago
todo menos amigos-
No
escribo para aplaudir
porque
no sé que alabaré mañana.
Lo
que hoy es malo,
tal
vez pasado otro lo hago casi idílico.
La
memoria es muy tramposa
se
va desgranando según si sopla
un
aire o una ventisca,
y
nos da la vuelta al peinado,
volviéndonos
unos tipos de actualité-te.
Otros
son tercos, tercos como viejas mulas,
y
se aferran a ideas de abuelos que murieron
en
trincheras
-como
si aquellos las hubieran inventado,
y
si conocieran bien la historia, sabrían que no-,
y
ya puede soplar lo que sople o el humo
de
un mal cigarro,
que
están atornillados al suelo,
porque
hay que luchar contra todo lo que suponga
el
poder establecido.
¿Pero
y si llegase a sus manos el poder,
qué
clase de mundo construirían?
Siempre
me lo he preguntado.
Si
en el fondo formulan deshacernos
de
los poderes fácticos,
y
del propio poder que no sea la misma
mano
del pueblo,
¿qué
clase de caos o linealidad nos esperaría?
O
¿tendríamos un extraordinario paraíso?
Nená de la Torriente