viernes, 24 de mayo de 2013

Mi abuela me decía:
'Las mujeres inteligentes no hablan
ni de política ni de religión'.
-Pobre Yeyá,  y encima
hago todo menos amigos-



No escribo para aplaudir 
porque no sé que alabaré mañana. 
Lo que hoy es malo, 
tal vez pasado otro lo hago casi idílico. 
La memoria es muy tramposa 
se va desgranando según si sopla 
un aire o una ventisca, 
y nos da la vuelta al peinado, 
volviéndonos unos tipos de actualité-te.
Otros son tercos,  tercos como viejas mulas,  
y se aferran a ideas de abuelos que murieron 
en trincheras 
-como si aquellos las hubieran inventado, 
y si conocieran bien la historia,  sabrían que no-, 
y ya puede soplar lo que sople o el humo 
de un mal cigarro, 
que están atornillados al suelo, 
porque hay que luchar contra todo lo que suponga 
el poder establecido. 
¿Pero y si llegase a sus manos el poder, 
qué clase de mundo construirían? 
Siempre me lo he preguntado.
Si en el fondo formulan deshacernos 
de los poderes fácticos, 
y del propio poder que no sea la misma 
mano del pueblo, 
¿qué clase de caos o linealidad nos esperaría? 
O ¿tendríamos un extraordinario paraíso? 





Nená de la Torriente