Ni
una pizca de dolor 
en
el ojal que te mira, 
nada
de sueños vagabundos. 
Si
las letras corren enloquecidas 
pondré
mis dedos, 
para
que trepen ufanas como 
si
estuvieran en casa. 
No
rechazaré a la palabra 
y
mi palma estará siempre abierta, 
como
una taberna generosa 
en
jarras de rico clarete o de tinto. 
Si
quieren ocuparme,  me doy entera, 
soy
de aire y no voy a quebrarme, 
pero
no puedo prometer  
al verbo
al verbo
permanecer quieta, 
que
como remolino que soy 
nunca
sabré bien 
dónde
irá mi corazón 
mañana. 
Nená de la Torriente 

saben a vino las letras
ResponderEliminarque gotean tus dedos en palabras
que aguanten los verbos tus remolinos
que tu corazón mande tus versos
Y que así siga siendo Rafael, hasta que un 'sanseacabó' me alcance sonriendo.
ResponderEliminarUn abrazote,
Nená