corría
tan deprisa
que
me asombraba de dónde salía
la
fuerza de mis piernas.
Nadie
podía ganarme
en
ninguna carrera, nunca.
Aprendí
que la fe es una suerte
de
fortaleza interior, que te hace saber
que
nunca podrás fracasar.
Cuando
nena curiosa
bailaba
sobre el prado y sabía,
sabía
siempre todo lo que iba a conseguir
con
un movimiento de melena.
Iba
aprendiendo el valor de las medidas,
el
uso, nunca el abuso de los gestos.
Cuando
un día me latió el corazón más deprisa
-ya
no recuerdo el día-,
comprendí
que no podíamos dominar
nuestra
parcela, aunque así lo había creído;
el
mundo era demasiado grande
y
estábamos demasiado expuestos.
No
había coraza ni corazón suficientemente fuerte
para
soportar todos los envites.
Ese
músculo era el punto más vulnerable.
Con
tiempo entendí que encerrarlo, endurecerlo,
malmeterlo
o enviarlo a un internado en Suiza,
tampoco
servía de nada,
le
perdías irremediablemente.
Nená de la Torriente
El corazón es un músculo muy independiente, muy suyo, muy bello, muy sorprendente...
ResponderEliminarSí coeli, es mejor comprarle un billete hacia alguna parte y darle vacaciones de vez en cuando.
ResponderEliminarBesucos,
Nená