en
el fluir del río,
como
una media avanza
en
su destino último
por
la estilizada pierna.
La
vemos como el que mira
la normal naturalidad
que
nos trae la armonía,
que
nos merecemos
o
que es necesaria.
Pero
se nos olvida degustar
ese
instante de afinación perfecta,
porque
la disonancia,
es más frecuente
que
lo atinado
y lo que al ojo
le
parece imprescindible.
Nená de la Torriente
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