jueves, 9 de agosto de 2012


No sangra mi labio 
por la gota de angostura 
que le dejaste, 
su amargor no le hiere 
ni le atormenta su abandono 
a contratiempo. 
Esas cosas no matan. 
Escoltas tu sombra a todas 
horas; 
las lágrimas para otras cosas 
no para amores 
que como llegan se sublimizan, 
volátiles como pavesas 
de lo que anduvo en llama. 
Déjate llevar por la maravilla 
de lo que arde cuando arde, 
de lo que amarga porque amarga, 
todo en su misterio 
y su pregunta. 
  



Nená de la Torriente

2 comentarios:

  1. Hoy me viene de perlas este poema, gracias. La pregunta es: ¿también lees el pensamiento?

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  2. Jaja, me alegra que te arrimen estas letrucas algo de bien. Los corazones siempre arriba ¡Es una orden!
    Un abrazote,

    Nená

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