Ya
no me queda
esa
tentación de entenderte,
porque
mi fe se derrite al sol
de
los últimos días de agosto.
Todo
tiene un sentido,
hasta
lo que sin dárselo, se revela.
No
me importa.
Como
no me importa la curva
que
hace el sol en el crepúsculo,
porque
tengo descuidados
demasiados
huesos, y
he
de peinarme el pelo
más
a menudo.
Todo
sigue girando y nada ha cambiado,
y
no comprendo
cómo nos hiciste tan imperfectos.
Perdóname
por no saber perdonarte
como
yo me perdono.
Nená de la Torriente
navegan tus ojos
ResponderEliminaren el reflejo
de la cristalera gótica
cero horas y treinta y seis
es treinta y uno de agosto
y la luna está llena
me invita la escalera
la luz de la puerta
a contemplarte secando las dudas
arranca un fuerte viento
la arena revoltosa de la playa
presagia levante
me gusta el cabello rubio
ver amanecer
retrasa el canto del cisne
se avecina un otoño cálido
lo peor es
que arde Sierra Negra
la poesía pierde la inocencia en las horas
los segundos
son sentimientos indefensos
que te pueden decir
sin conocerte
lo que a nadie más siento
me recreo en tu sílaba
descubriendo la oración
de la belleza
que me hace vivir
lo mejor
de la teoría de las ideas
los versos se regalan
no se guarda la emoción
con cerradura
Estupendo poema Rafael.
ResponderEliminarAbrazote,
Nená