Nací
a las 7 de la tarde
un
día de lluvia intensa.
Con
ese sonido ‘clop, clap,
clop, clap’ crecían las puntas
de
mi pelo y mis dedos
enredaban
lápices y hojas.
Tantas
líneas tecleadas
a
quemarropa, a un tris de latido,
que
no había látigo,
martillo
ni cañón más imprudente
que
este corazón deportando letras.
¿Adónde te vas? Me dicen los versos
cuando
no les miro.
Sospecho
que de tanto liar
me
han hecho un sitio,
aunque
no les haga honores,
ni
medio favores,
ni
un escaso ni furtivo descuido
al
componerlos bellos.
Yo
les hablo de ese sonido
de
lluvia tormentosa,
y
ellos se quejan como versos-niños
que
tienen hambre, pero no me entienden,
o
suspiran como versos-grandes
que
fueron chicos,
y
quieren romperse en lluvia
con
la misma intensidad.
Nená de la Torriente
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