Cuando
la niebla baja
el
beso frío de la humedad
roza
las hojas y los terrazos;
el
cabello se encrespa y la piel
se
baña con la respiración asmática
del
mundo.
Como
cuando cierras los ojos
y
los abres frente a un pañuelo
de seda blanco, y
juegas
a disfrazar las cosas
y
atenuar su intensidad.
Es
perderse en una nube y
pisar
firme,
una
llamada a despojarse
de cualquier escarpín.
Nená de la Torriente
Por cierto, ¿cómo va tu asma?
ResponderEliminarBesucos.
No te lo vas a creer, no he tenido nada, la humedad este año no me ha afectado. Estoy empezando a pensar que tengo un pulmón caprichoso, o que el asma también toma vacaciones -ojalá sean definitivas-
ResponderEliminarMás besucos,
Není
Me alegro un huevo, bueno, un montón.
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