Dada
la ternura, venga
ese
pagaré de inútiles esfuerzos.
Entregado
el generoso despertar,
venga
ese cheque de mínimos
bostezos.
No
existe ese cofrecito de debes y haberes,
ni
apuntes cerrados en libretas.
Lo
que es, es lo elegido,
una
voluntad por otra,
‘acoquina
hijuca, acoquina’.
Y
la hijuca acoquina hasta
que
un día dice basta.
Nená de la Torriente
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