viernes, 10 de agosto de 2012



No me dejes mirar tus manos. 
Cada línea delataría una puerta 
que no has abierto para mí. 




Una ventana,  un acceso,  una 
coma,  que como  un flautista  
sabría usar 
modelando dunas. 
Si me equivoco 
andarían mis pies al revés, 
bebería tu música como si fuera un ruido, 
cerraría tus ventanas enteramente abiertas, 
soplaría tu potente Siroco hasta 
volverlo gélido. 
No me dejes que lea tus manos, 
permíteme sólo que aprenda a besarlas 
como si fueran el tesoro más grande 
de este mundo. 




Nená de la Torriente

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