No
me dejes mirar tus manos.
Cada
línea delataría una puerta
que
no has abierto para mí.
Una
ventana, un acceso, una
coma, que como un flautista
sabría
usar
modelando
dunas.
Si
me equivoco
andarían
mis pies al revés,
bebería
tu música como si fuera un ruido,
cerraría
tus ventanas enteramente abiertas,
soplaría
tu potente Siroco hasta
volverlo
gélido.
No
me dejes que lea tus manos,
permíteme
sólo que aprenda a besarlas
como
si fueran el tesoro más grande
de
este mundo.
Nená de la Torriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame