Escondido
en el rincón
que
abre al río la espesura,
la
ilusión, los lazos y las viejas
cartas
con corazones en carboncillo
en
la lata de jabón.
Una
foto amarilla, pegada
a
la hojalata y un montón de horquillas
que
me quitaste para darme sólo un beso,
el
primero.
Algo
parecido a lo que fue una rosa,
ya
no marchita, ni cadáver embalsamado,
un
hilo atado a diminutos gusanos
revistiendo
lo que fue la más increíble
de
las rosas.
No
sabes cómo sonreí.
La
lata seguía allí, oxidada,
como
un microcosmos ausente
de ti y de mi,
sobreviviendo
solo.
Nená de la Torriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame