Entiendo
al que espera
en
la linde del prado,
y
deja que llegue la luna
para
pensar más alto y más
hondo;
hasta
sueña que tal vez
con
el albor llegue lo que
tantas
veces creyó que ocurriría.
Comprendo
al que no le intimide
el
calendario, ni la clepsidra
o
el reloj de arena, y espera
en
paciente prórroga
que
llegue el amor o la ventura.
Si
esa dilación o demora
compensa
no sobrevolar otros
herbazales,
es su voluntad,
no
la mía,
que
yo no espero, ni aplazo horas,
ni
aguardo lunas.
Aullar, se aúlla desde el alba,
que
vivir
es
una pulsación cardiaca.
Nená de la Torriente
Precioso. Lo suscribo, especialmente el final...
ResponderEliminarGracias reinuca. Un suspiro y tanto llanto, tanto cabreo, tanto ¡ay! para ná. Ser don o doña Pupas no sale a cuenta, y esperar en un banco es querer que se te quede el 'bul' chato. No sé, pero sabía que tú estarías de acuerdo jaja.
ResponderEliminarBesote,
Nená
que vivir
ResponderEliminares una pulsación cardiaca.
Sí, señoruca, que los que sobran en este mundo son los cardiólogos.
A mí no me menciones la palabra 'prado' y menos la palabra 'herbazal' que no veas tú en lo que pienso.
¿Estás pasando calor p'llí arriba?
Besucos.
¡Ay Temperuco, hay días que la humedad con el sol es más pegajosa que en la isla, eso sí cuando llueve es gloria bendita!
ResponderEliminarBesucos,
Není
no disminuyes comprender al aguardante
ResponderEliminarni te jactas de la vista de tu vuelo
incitas a fluir sin concesiones
sin parar tu aullido en novilunios
Sí Rafael, la felicidad o la feliciqué busca caminos muy diferentes y perfectamente definidos, tan legítimos unos como otros. Aunque claro, uno siempre cree que en el fondo, en el fondo, el suyo es el más eficaz.
ResponderEliminarNená