sábado, 11 de agosto de 2012


Entiendo al que espera 
en la linde del prado, 
y deja que llegue la luna 
para pensar más alto y más 
hondo; 
hasta sueña que tal vez 
con el albor llegue lo que 
tantas veces creyó que ocurriría. 



Comprendo al que no le intimide 
el calendario,  ni la clepsidra 
o el reloj de arena,  y espera 
en paciente prórroga 
que llegue el amor o la ventura. 
Si esa dilación o demora 
compensa no sobrevolar otros 
herbazales,  es su voluntad, 
no la mía, 
que yo no espero,  ni aplazo horas, 
ni aguardo lunas. 
Aullar,  se aúlla desde el alba, 
que vivir 
es una pulsación cardiaca. 




Nená de la Torriente

6 comentarios:

  1. Precioso. Lo suscribo, especialmente el final...

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  2. Gracias reinuca. Un suspiro y tanto llanto, tanto cabreo, tanto ¡ay! para ná. Ser don o doña Pupas no sale a cuenta, y esperar en un banco es querer que se te quede el 'bul' chato. No sé, pero sabía que tú estarías de acuerdo jaja.
    Besote,

    Nená

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  3. que vivir
    es una pulsación cardiaca.


    Sí, señoruca, que los que sobran en este mundo son los cardiólogos.

    A mí no me menciones la palabra 'prado' y menos la palabra 'herbazal' que no veas tú en lo que pienso.

    ¿Estás pasando calor p'llí arriba?

    Besucos.

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  4. ¡Ay Temperuco, hay días que la humedad con el sol es más pegajosa que en la isla, eso sí cuando llueve es gloria bendita!
    Besucos,

    Není

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  5. no disminuyes comprender al aguardante
    ni te jactas de la vista de tu vuelo
    incitas a fluir sin concesiones
    sin parar tu aullido en novilunios

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  6. Sí Rafael, la felicidad o la feliciqué busca caminos muy diferentes y perfectamente definidos, tan legítimos unos como otros. Aunque claro, uno siempre cree que en el fondo, en el fondo, el suyo es el más eficaz.

    Nená

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