Ellas
estaban allí,
hablando.
No
quise interrumpir
y se dieron cuenta.
¿Y
esa rubia qué hace ahí parada?
Les
iba a contestar
pero
pensé:
Si
se dan cuenta que podemos
comunicarnos, la liamos parda.
Sonreí
con cara de humana tarada
-como
nos ven las yeguas-,
y
seguí caminando.
Nená de la Torriente
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