bajo
los puentes y los cortados
de
las rocas:
Nado
en la gota rabiosa
que
se precipita sobre los lomos
y
las crestas de esta tierra
llena
de claros y de sombras.
Nado
cuando me miras y
cuando
estás ausente, nado
dormida, siempre que llueve.
Voy
y vengo ligera o enfebrecida,
iracunda
o en tierna caída
no
importa sobre qué brazos.
Llego
hasta la orilla,
hasta
la boca de los mares,
a
las cimas de los montes.
Llego a
tus brazos más amables
o más
poco clementes,
llego, como gota de chubasco
nacida de una nube entre las nubes.
Nená de la Torriente
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