Detrás
de los montes,
los
eucaliptos
y
las cajigas, está la venta.
Las
pasiegas venden sus quesos
blancos
en cestas,
en
perfectos nudos trenzados
sobre
sus cabezas.
Voy
diez años atrás, quizá veinte,
o
más, y aún huelo la madera del tren
y
el olor a Pantortillas de Reinosa;
¿o
era mi madre quién las olía?
La naturaleza de narrar
es
la pasión
de
la propia vivencia.
Quien
desea relata,
da la oportunidad
de
vivir más largo, más ancho,
con
más perspectivas.
Cuenta a otros niños
una
infancia que nunca tendrán,
pero
que sí vivirán si tú la revives
con el mismo arrebato de nuevo.
Nená de la Torriente
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