jueves, 2 de agosto de 2012


Detrás de los montes, 
los eucaliptos 
y las cajigas, está la venta. 
Las pasiegas venden sus quesos 
blancos en cestas, 
en perfectos nudos trenzados 
sobre sus cabezas. 
Voy diez años atrás,  quizá  veinte, 
o más,  y aún huelo la madera del tren 
y el olor a Pantortillas de Reinosa; 
¿o era mi madre quién las olía?   
La naturaleza de narrar 
es la pasión 
de la propia vivencia. 
Quien desea  relata,
da la oportunidad 
de vivir más largo, más ancho, 
con más perspectivas. 
Cuenta a otros niños 
una infancia que nunca tendrán, 
pero que sí vivirán si tú la revives
con el mismo arrebato de nuevo. 

  



Nená de la Torriente

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