sábado, 2 de noviembre de 2013



Todos los días son mañana,
porque cada amanecer se casa contigo, 
con tu primera sonrisa, 
y espero ansiosa el fruto 
de esa primera palabra. 






Todos los días –para mí- son mañana, 
porque espero sin desesperar 
que llegue el estallido casi mágico, 
sin ser magia,  de tu voz, 
tu concesión a este mundo 
de esa armonía tuya que alivia tempestades, 
la paz que resuelves,  sólo tú,  con una caricia. 
Todos los días son mañana, 
porque el mismo cielo te apadrina 
de una verdad cosida en ternuras, 
tan de trapo,  tan suave,  que en esa suavidad 
reside su firmeza y su invulnerabilidad. 





Nená de la Torriente