-Cambio una intimidad
por la mitad de un recibo de
la luz-
quizá lo necesito.
Extraño esas
conversaciones tan poco ruidosas
con algún golpe
seco de algún
vecino pulguillas.
Es que hoy nada es
igual,
me he acercado a
las personas como está
siempre en mi naturaleza,
y
cada día me siento más lejos.
Tonterías, sólo me
llegan baladronadas
vacías de cosas ya
dichas y peor planteadas,
falta de amor y ni
una barbilla baja.
Soy muy torpe, tú
lo sabes, me encanta
jugar a enredar y
bailar de las mil maneras
que se pueden
mover las piernas
-acompañadas con
la cabeza, a ser posible-,
me siento como
una pompa de jabón
ligera,
que puede
desaparecer en cualquier momento.
Pero eso no se
puede hacer
porque el sentido del humor escasea,
como escasea el trabajo
y el político honrado,
y aún más las
ganas de jugar.
Vuelvo a poner el
dedo en ti e imagino un mundo
liviano, donde
todo axioma pueda quebrarse,
donde lo serio
pueda darme la risa,
donde la risa el llanto,
donde el llanto un
poema
o donde un solo verso
consiga enamorarme.
Nená de la Torriente