a
desligarme de las paredes,
del
ordenado desorden
de
lo que un libro cerrado
formula
sobre un ser humano,
¿y contra qué lucho?
Conmigo
ya no,
me
lo había prometido,
ni
con mi sentido común
ni
con mis emociones.
Con
los voluntarios con quien
tropezase
menos,
habiendo
conocido lobos gigantes
como
yo misma.
Pero
la vida siempre tiene una tuerca
que
enseñarnos cuando crees
que
ya descansas,
y
en lo más insospechado,
en
lo más amorosamente tierno
está
la piedrecita
que
has de librar esta vez.
En
el fondo, siempre hemos sido
unos
nómadas
cargando bultos.
cargando bultos.
Nená de la Torriente