martes, 5 de noviembre de 2013



Si fuese un jardín 
-que no podría creerlo-, 
tus patas de gorrión saltarían
marcando líneas oblicuas 
en todas mis esquinas. 






Dibujarías puntadas en mis rosales, 
en mis siemprevivas,  en los jazmines 
que  más tarde 
-no mucho más tarde- 
se posasen en mi pelo. 
¡Qué pena no poder atraparte el pico 
mientras bebieses del cáliz 
de mis tulipanes! 
Lástima no ser otro gorrión 
para cruzar a saltos 
de ala, 
un jardín en flor 
aferrado a tanta tierra. 





Nená de la Torriente