cada día hola, como
un descubrimiento
del habla.
Le contesto hola,
sonriendo hola,
tantas veces como su hola
sale danzarín de entre sus dientes.
Si dijese lola, o
cola, o mola
le sonreiría de la misma
manera,
porque no es el habla,
es el gesto,
el ademán hallado
entre esos dientes siempre
torcidos
tan tiernamente curvados,
en un saludo encontrado
por un hombre que parece un
niño.
Nená de la Torriente