pero
la mayoría del tiempo
conozco
la verdad:
Es
un relato corto.
La
prosa es hermosa, pero hago
por
colocarle jarrones con molinillos
de
viento y algunas amapolas,
tan
de seguidas las letras me bizcan
y
me ponen de mal genio.
Por
eso pongo velas en la ventana
y
barras de incienso,
y canto a todas horas
con
mis lilas en el pelo.
Muchos
temen
el final del relato
por
si no les gusta cómo acaba,
y ni leen ni adornan
las esquinas de sus hojas.
Si
por lo menos creyeran
-de vez en cuando-
que esto es un cuento,
reirían
como yo me río,
con todo el cuerpo.
Nená de la Torriente