del
animal que llevo dentro,
del
maquillaje que llevo fuera.
Vuelvo
a empezar con cada ablución
del
cielo.
No
sé adónde voy ni me importa.
No
nazco ni he perecido.
No
he perdido la memoria ni la fe
pero
soy otra distinta.
No
quiero sostenerme en las cosas
de
este mundo,
en
su seguridad efímera
porque
sé cómo es caerse de una escalera.
Mi
bastón está en el cambio
y
así me lo trae la lluvia,
como
se lo trae a la hierba.
Nená de la Torriente