jueves, 14 de noviembre de 2013

Dejé de buscar los principios y los finales 
de todas las cosas, 
como dejé de buscar culpables 
o tropezarme con las puertas, 
la vida se volvió más fácil. 
Esa interrogación forzosa de quién es 
y qué cosa sostiene, 
dejó de interesarme 
cuando caminé al lado de todos los seres, 
ni delante, ni detrás. 
No tenían sentido esas preguntas. 


El recorrido se volvió suave, 
con baches, no voy a negarlo, 
pero sin lo abrupto de los golpes, 
la angustia del mañana 
y el miedo al perdón de los pecados 
-porque aquellos quedaron donde quedaron, 
sembrados como una mala hierba 
que cualquier invierno helará 
con fauces de hielo- 

Ahora sólo importa vivir,  y querer 
todo lo que te dejen y un poco más. 
No cargar con tu ternura,  ofrecerla, 
porque te ha nacido para dejarla en los demás 
aunque no lo entiendan, 
aunque se hagan preguntas, 
ahora es tiempo de bruñir las líneas de las manos 
agarrotadas durante tantos años. 
Ahora es tiempo de abrir las palmas. 





Nená de la Torriente