miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿Qué quemé mis naves? 
¿Viste humo? 
¿Qué nací de nuevo? 

El otro,  es otro siempre. 
Aunque sepas andar en mí 
con zapatillas, 
no pasarás de mi antesala, 
porque los pasillos son angostos 
y se necesitan alas, 
y pies de oruga, 
y botas altas de pescador 
de truchas. 



Ya sé que apetece mirar
desde los ojos ajenos 
con una perspectiva 
que no es la nuestra, 
pero siempre se hace oblicua 
a nuestros ojos, 
porque esas dos pequeñas 
órbitas se resisten 
a ser conquistadas, 

están sujetas a hilos 
visibles e invisibles, 
y no sólo ven las cosas 
que otros ojos miran, 
sino que cada par busca 
sus esquinas,

el doble salto mortal 
de cada acontecimiento. 






Nená de la Torriente