tenemos
la rama y el agua,
de
ellas mantenemos
el
momento de permanecer
erguidos
y notarnos
en
movimiento:
¿Para
qué sentir medias vidas
si
hay vidas enteras?
Mójame,
ven hasta aquí y mójame,
que
yo seré esa rama
que
clavada en tierra te mire
con
ojos de savia,
y tú descubrirás mis brotes
día
a día
con
el latido-látigo
de
la sorpresa,
que
atrapa el pecho
y
el pensamiento
del
hombre niño,
y del niño que sueña ser hombre.
y del niño que sueña ser hombre.
Nená
de la Torriente